La planificación espacial ha dado lugar a muchos paisajes saludables en todo el mundo, desde entornos urbanos hasta rurales. Un ejemplo es The High Line en la ciudad de Nueva York, EE. UU., que convirtió un ferrocarril elevado abandonado en un espacio público verde y vibrante, conectando diferentes vecindarios y mejorando la ecología y la cultura urbanas. Además, la Gran Muralla Verde es una iniciativa panafricana que busca restaurar y conservar un cinturón de vegetación en toda la región del Sahel, luchando contra la desertificación, la pobreza y la migración, al tiempo que mejora los medios de vida y la resiliencia de millones de personas. Por último, el Geoparque Burren y los Acantilados de Moher es un sitio designado por la UNESCO en Irlanda que muestra el patrimonio geológico, biológico y cultural único de un paisaje kárstico, al tiempo que apoya el desarrollo sostenible y la conservación de las comunidades y empresas locales.